jueves, 9 de abril de 2009

Sobre Cine


EL ESCAPISTA DE JOCHE

La película El Escapista de José Miguel Restrepo, más conocido como Joche, muestra vivencialmente otra de las facetas que consumen a Colombia, la de la violencia intestina que sólo es explicable como temperamento propiciado desde el gobierno (el régimen de que hablaba el ex candidato presidencial Álvaro Gómez hurtado, después victima de esa misma violencia que tanto denigraba).
Lo convincente es que aborda la dureza de la relación entre humanos en este destino geográfico, desde la perspectiva de personas despojadas del poder, pero preocupadas por desentrañar las verdaderas motivaciones de esta sinrazón que todos los días nos vilipendia en el concierto internacional.
Para un extranjero –de casi todos los demás países del mundo- es inentendible por qué Colombia se desangra en un modo tan innoble e inexplicable de violencia, pero el ejemplo de esa manera de ser se encuentra desde las esferas superiores del poder, donde todos los funcionarios públicos –con muy pocas honrosas excepciones- están convocados a robar los recursos estatales y a empobrecer cada vez más al verdadero pueblo, el de los desposeídos de la tierra y de la riqueza.
Y esa manera de actuar notoriamente genera una distancia social profunda que nos dirige hacia un abismo sin fondo, cada vez más insondable, alebrestada por la corrupción emanada desde las clases políticas y el narcotráfico que corroen todo lo que tocan.
El Escapista tiene por entorno todo ese universo y lo evidencia con la calidad de las imágenes que logra, embutido en el trasegar de la calle desde donde la cámara se convierte en ojo auscultador de la demencia que nos invade. Y en afortunada mirada, también, desde el humor que permite decantar y saborear tanta estulticia.
Es la historia de un gringo que quiere saber por qués de la violencia, no los encuentra y en medio de su zozobra es convertido también en victima de las inconsecuencias de este sistema que lo elimina para que prosigamos en la noche de los tiempos, como sobrevivientes sin esperanza ante la inutilidad y corruptela de quienes nos dominan sin respetar el derecho del hombre a existir armónicamente en el planeta.

Francisco Velásquez Gallego
Septiembre 22 del 2008.

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